La psicología inversa es una herramienta de persuasión tremendamente popular. En gran medida gracias a su eficacia y a la simpleza de su planteamiento. A veces basta con decir que algo no se debe hacer para que la otra persona acceda a hacerlo.
¿Pero en qué situaciones es útil? ¿Puedes emplearla también para persuadir a tu pareja? Lo cierto es que sí. Siempre y cuando esa persona cumpla una serie de características de personalidad, claro.
De cualquier forma, queremos explicarte aquí los principios básicos de esta técnica y que conozcas todas las estrategias básicas para emplearla. ¿Empezamos?
¿Qué es la psicología inversa?
Principalmente, se trata de una pequeña técnica psicológica gracias a la cual se puede convencer a una persona de hacer o no hacer algo. El planteamiento es sencillo: se pide lo contrario de lo que deseamos.
Por ejemplo, si quieres que alguien limpie la cocina, basta con decirle que no lo haga (eso sí, de una forma particular) para provocar el efecto contrario. Ahora bien, como sucede siempre en psicología, tiene una serie de indicaciones específicas.
Para empezar, con quienes mejor funciona es con los niños. Los más pequeños tienen ese toque de impulsividad que casa muy bien con este modo de persuasión. En el caso de adultos solo funciona con personalidades más orgullosas, arrogantes o rebeldes.
Tiene también contraindicaciones. Por ejemplo, no es recomendable su uso con aquellas personalidades más débiles o con problemas profundos de autoestima. Imagínate que a alguien así le dices «no puedes hacer esto». Lo más probable es que desanimes a esa persona, no que la persuadas.
¿Por qué tiene efecto y funciona la psicología inversa? Pues todo se debe a un concepto conocido como reactancia psicológica. Esta consiste en una reacción a la defensiva cuando se nos dice qué hacer y qué no.
Así, una personalidad con una fuerte reactancia va a hacer precisamente aquello que le tienen prohibido. Y es que este tipo de advertencias las toman como ataques directos a su libertad. Incluso cuando saben que es un buen consejo. Y, precisamente, por su interés en preservar su libertad, van a terminar por saltarse dicha norma.
Existen tres tipos de reactancia que tienes que conocer:
Directa: Si a alguien así le dicen «no hagas esto», con total seguridad terminará haciéndolo. Ante una prohibición, buscarán saltarse la norma.
Indirecta: Esta es más compleja. La idea es la de que por cada prohibición haya una serie de consecuencias. Por ejemplo, si a un niño pequeño le prohíbes comer chocolate, su respuesta de reactancia indirecta puede ser la de dejar de comer cualquier cosa.
Subjetiva: Esta es especialmente delicada. Tal vez la persona obedezca y acate la prohibición. Pero va a ir desarrollando un rechazo interior hacia la persona que ha emitido ese juicio, a quien le esté limitando.
La psicología inversa tiene mayor tasa de éxito en personas que tengan una fuerte reactancia en su interior. Ya que es precisamente este rechazo en el que se basará la estrategia que vayamos a utilizar.
¿Cómo emplear la psicología inversa en el amor?
Hay que señalar, antes que nada, una cosa bastante importante. Lo primero en una pareja es la comunicación, fluida y estable. Y, ante temas o decisiones importantes, recomendamos que haya siempre un consenso.
Además, en las decisiones de mayor gravedad o importancia, la psicología inversa es muy difícil de aplicar. En cambio, te es útil en las pequeñas discusiones o guerras de poder del día a día. O para conseguir pequeños objetivos sin demasiada importancia.
Ahora bien, como ya dijimos más arriba, al ser un tipo de persuasión, esta solo funciona con determinados tipos de personalidades. Si no tienes una pareja orgullosa o tozuda, es muy difícil que pueda funcionar o aportar algo.
¿Qué tácticas puedes seguir?
1. Abandonar la discusión
Seguro que esta escena te resulta familiar: tú y tu pareja estáis hablando de cualquier cosa, con posturas totalmente encontradas. Se trata de una pequeña guerra de poder, del clásico roce en el que ya no importa qué hayas pedido, sino quién va a ganar la discusión.
Aquí lo que puedes hacer es dejar caer los brazos, rendirte y decirle que tiene razón. Esto automáticamente hará que cambie de postura. Sentirá que ha ganado la conversación y entonces no le será tan difícil hacer lo que le habías pedido en un principio.
A veces es importante saber abandonar a tiempo. Y descubrir cuándo la otra persona solo quiere tener la razón.
2. El argumento contrario
Nuevamente, si notas que la conversación está llegando a un atolladero y a un punto muerto, una táctica muy sencilla es la de cambiar de opinión. Te echas para atrás y si antes decías que sí, ahora dices que no.
Eso sí, modela un poco el argumento. En este caso, haciendo ver los puntos negativos que puede tener el otro lado del argumento. Pero apoyándolo igualmente.
Quizás en un principio no funcione, pero poco después la otra persona pasará a valorar esa postura y quizás termine por hacer lo que tú buscabas o querías originalmente que hiciese.
3. Utiliza la provocación
¿Por qué no lanzar directamente un desafío? Esto es lo que mejor puede calar en aquellas personalidades más orgullosas. Se trata de una estrategia muy básica. Si quieres que haga algo, no lo pidas. Dile que no sería capaz de hacerlo.
Automáticamente, la otra persona se lo tomará casi como una ofensa y se marcará el objetivo de cumplir esa petición.
En conclusión, estas técnicas de manipulación pueden serte muy útiles para el día a día con tu pareja. Si a veces os cuesta poneros de acuerdo hasta en lo más sencillo, no tienes más que probarlas.
Eso sí, recuerda que no sirven con todo tipo de personalidades. Calarán mucho mejor con los orgullosos o con aquellas personas con un carácter más cabezón y desafiante. Si tu pareja es así, entonces estas técnicas darán resultado.
Y recuerda que la psicología inversa sirve especialmente para las pequeñas cosas. Pero que una buena comunicación asertiva debe ser la base de tu relación de pareja.